jueves, 24 de marzo de 2011

LAS FAMILIAS FUNCIONALES

DIANA ADAME
AUTOR

DR. SORIANO PA.
CO AUTOR

INTRODUCCIÓN
El hombre para su supervivencia ha necesitado vivir en conjunto o en comunidades y conforme ha evolucionado también las características de su comunidad, surgiendo la familia y a su vez esta se adaptado a las necesidades que surgen. Actualmente la familia se ha convertido en un organismo complejo siendo este la base de la sociedad, puede ser considerada, perfectamente, como u ente vivo. Incluso se dice, que la familia es como una célula, dentro de un organismo mayor, que es la sociedad. Entonces todo cambio de la familia va repercutir en la evolución de la sociedad, ya que es en la familia, donde el ser humano, aprenderá lo que son los afectos y valores. De que manera hay que manejarlos y que es lo correcto a realizar y lo que no. La formación valórica de la familia, es irremplazable. Aquello no lo aprenderá en el colegio o la universidad. Sólo en su familia. Y como toda célula tiene un núcleo que es el amor, afecto y comprensión.




Hoy en día la familia que mejor se adapte a las circunstancias, y supere positivamente las crisis que se le presenten va a tener mayor probabilidad de que todos sus integrantes alcancen el éxito y la felicidad. Pero como llegar a ser una familia funcional en una sociedad que esta pasando por cambios biopsicosociales tan drásticos.
Primero se tiene que reconocer que en la familia no existe ni lo ideal ni lo perfecto, pero sí podemos reflexionar sobre nuestra convivencia, para que todos podamos estar mejor.
En este trabajo se va abordar ciertas características que se requieren para tener una familia sana, independientemente de cómo este integrada la familia.

LA FAMILIA

El término de familia engloba diferentes significados hasta hoy en día no hay consenso sobre la definición. Generalmente se dice que la familia es la principal forma de organización de los seres humanos. Se trata de una agrupación social que se basa en lazos de parentesco. Estos lazos pueden ser de dos tipos: de Afinidad derivados del establecimiento de un vinculo reconocido socialmente (matrimonio o adopción) y de consanguinidad (filiación entre padres e hijos) teniendo el derecho a la protección de la sociedad y del Estado según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero en realidad cada ley tiene su definición de familia y esta va de la mano con la definición del matrimonio, pero en general, la mayoría se adecua a la definición que se menciona. Pero esto nos pone en duda con respecto a las personas que están unidas y no tienen algún lazo social o bien de consanguinidad. Como se ha mencionado cada ley establece su definición de familia y esto se debe a que cada sociedad tiene características particulares, ya que para un grupo puede estar permitida la poligamia y para otro esta prohibido tener más de un matrimonio o varias parejas. Adentrándonos a la sociedad mexicana, esta no permite la poligamia y se basa en la definición anteriormente mencionada, aunque en estos momentos la familia mexicana se transforma drásticamente día a día y esto tiene que seguir modificándose hasta adecuarse a las necesidades que actualmente tiene México ya que con los cambios de la ley a los artículos 146 y 391 permitiendo el matrimonio entre personas del mismo sexo y el otorgándoles el mismo derecho que a las parejas heterosexuales a la adopción, se tiene que ajustar el pensamiento social junto con el emocional a las circunstancias presentes. Además de estos cambios, se presentan diferentes problemáticas familiares, como es el hecho de que actualmente ambos padres tienen que trabajar para el sustento familiar, en donde se incrementa el índice de divorcios y el de madres solteras, en donde hay diferentes tipos de familia, en donde se incrementan las patologías fisiológicas y mentales, en donde los valores se modifican o se pierden, en donde los padres no tienen una estabilidad emocional, en donde no están bien definido los roles, etc.
Con todas estas problemáticas sociales, como se puede tener una familia sana y funcional, en donde cada miembro se sienta feliz y trabaje por el bien común de su sociedad. Hay diferentes formas de cómo lograr una familia estable emocionalmente de las cuales hay que resaltar que una familia debe estar unida por un sentimiento positivo en donde debe prevalecer el valor del respeto y apoyo, no importando la clasificación familiar que nos de la sociedad. Independientemente de cómo este compuesta cada familia se debe tener como objetivo principal la armonía de todos los miembros, en donde si existen niños se deben educar con cariño, comprensión, fomentando los valores y una buena comunicación.
CARACTERISTICAS DE FAMILIAS FUNCIONALES

Los estudiosos de la familia han buscado las características de lo que en un principio se llamó la “familia ideal”; sin embargo, pronto encontraron que había tantos “ideales” como estudiosos de la familia. Entonces pensaron asignarle el término “familia perfecta”, pero no encontraron ninguna. “Familia sana” sonaba bien; lo difícil fue definir el concepto de salud, y aunque alguien dijo que es la ausencia de enfermedad, con respecto a las relaciones familiares no servía de mucho. Posteriormente se pusieron de acuerdo en el término “familia funcional”, pues les ayuda a una mejor comprensión de cómo son la mayoría de las familias. Con ello expresan en dos palabras que el sistema familiar cumple, mínimamente, para que sus miembros puedan desarrollarse de manera física, emocional, intelectual y social.
¿Pero en qué se parecen las familias funcionales?

Un primer aspecto que caracteriza a las familias funcionales de las disfuncionales, se refiere a la capacidad que tienen para satisfacer —aunque sea en los rangos mínimos— las necesidades materiales de alimentación, techo, salud, educación y diversión. El clima emocional ordinario de la familia suele ser distensionado; esto es que los miembros de estas familias se sienten a gusto en casa y en su habitación.



El contexto familiar procura a sus miembros una sensación de pertenencia y aceptación que contribuye a desarrollar la identidad personal y la autonomía de las personas que lo conforman. Sus vínculos emocionales son generalmente estables y sólidos, sobre todo en el caso de necesitarse para enfrentar una dificultad o amenaza y, al mismo tiempo, les permiten la libertad e independencia necesarias para que cada uno busque su propio camino.



La mayoría de sus intercambios comunicativos son claros y directos, y el manejo de las emociones es pertinente a la situación vivida. En caso de disgustos y discrepancias, aunque a veces es difícil, encuentran la posibilidad para poder hablarlos. Y un aspecto interesante de la mayoría de las llamadas familias “funcionales”, es que tienen sentido del humor: suelen hacerse bromas y muchas veces conviven divertidos.



Cualquier familia enfrenta problemas, aunque sea funcional. Lo que hace la diferencia es la forma como enfrentan y buscan las soluciones. Todos los miembros de la familia y del grupo como sistema requieren tiempo para comprender las dificultades: así ensayan diversas tácticas de ensayo y error hasta encontrar sus soluciones particulares, y de esta manera contribuyen al buen desarrollo de todos una vez que se ha superado la crisis.



Los conflictos que la familia enfrenta y supera ayudan a sus miembros a crecer y, a la larga, tienen un efecto positivo: los chicos aprenden a no ser personas extremadamente rígidas, pues no se resisten al cambio y buscan alternativas. La principal dificultad que tienen las familias disfuncionales, es que no resuelven o niegan sus problemas y así éstos aumentan y empeoran.



Los roles tradicionales, que son las pautas de convivencia, tienen que ver con lo que se debe hacer o no en cada familia; en la mayoría de las funcionales son claros y convincentes para todos, cada uno cumple la parte que le corresponde para que no se sobrecargue a alguien ni por edad o por sexo, como por ejemplo las labores del hogar a la madre.

Las relaciones afectivas entre todas las personas pertenecientes a la familia se da de manera horizontal y con cierto margen de consenso; sin embargo, se debe guardar la jerarquía entre las personas de autoridad y los hijos. Las relaciones a nivel intergeneracional son verticales, especialmente cuando los padres deben imponer ciertas reglas como la obligación de ir a la escuela. En una familia funcional no todo puede ser democrático. Muchas familias dejan de ser funcionales cuando se invierte la jerarquía; por ejemplo cuando la madre pide autorización al hijo, y cuando la jerarquía se confunde con el autoritarismo.

Algo que caracteriza a las familias funcionales es que están predispuestas al cambio, y así logran nuevos equilibrios. Son capaces de enfrentar las vicisitudes que pasan a lo largo de la vida, cuando por el proceso de madurez —tanto de los padres como de los hijos— se les plantean nuevos retos y problemas. Son sensibles a las necesidades de los miembros de la familia y a las experiencias nuevas que enfrentan al crecer.

Las familias funcionales tienen la capacidad para manejar la proximidad y la distancia entre los miembros de la familia. Logran el contacto afectivo y cálido entre todos sus miembros; pero al mismo tiempo son capaces de permitir que cada uno tenga sus propios espacios, sus actividades personales y su vida social independiente.

CONCLUSIÓN

Cada familia pasa por procesos de equilibrio y cambio; por eso requiere adaptar y modificar aquello que, hasta ese momento, le había funcionado. Las personas que conviven tienen que revisar frecuentemente si su sistema de jerarquía, sus roles y reglas, son claros para todos y están adaptados a las necesidades del momento de su vida.

Además hay que reconocer que a veces se requiere de ayuda de un profesional para guiarnos y orientarnos para superar las crisis familiares exitosamente.

BIBLIOGRAFÍA
• Eguiluz, Luz de Lourdes, compiladora, Dinámica de la familia, México, D. F., Editorial Pax México, 2003, pp.139.

• Estrada Inda, Lauro, El ciclo vital, México, D. F., Editorial Grijalbo, 1997, pp. 161.

• Simon, F.B., H. Stierlin y L.C. Wynne, Vocabulario de terapia familiar, Buenos Aires, Editorial Gedisa, 1988, pp. 460.

• www.bvs.sld.cu\revistas\mgi\vol13_6_97\mgil13697.htm

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